De manera generalizada la resistencia de los abogados al uso de las nuevas tecnologías, se ha presentado desde hace varios años. Esta renuencia, es un problema que afecta en la práctica y la enseñanza del derecho
Como lo señala Miguel Carbonell en su obra “Cartas a un Estudiante de Derecho”:
“Esa resistencia o falta de espíritu abierto a la innovación es algo que afecta profundamente al derecho para cuya actualización a veces hay que esperar demasiados años. El mundo cambia y los abogados parecen querer resistirse a verlo o tomar medidas para poder seguirle el paso a la fluctuante realidad.”
Lo que nos lleva a cuestionarnos: Si el derecho rige la conducta y las acciones de la sociedad, misma que está en constante evolución: ¿De qué manera el derecho pretende regir estas conductas y nuevas exigencias de la sociedad? la respuesta es simple evolucionando y haciendo uso de las nuevas tecnologías.
La tecnología es uno de los pilares más importantes del siglo XXI, está nos permite realizar conexiones de manera exponencial, conocer más casos, así como las nuevas necesidades que enfrenta la sociedad que requieren de atención y se interrelacionan con la abogacía.
En 2030, es decir en 8 años, la Población Económicamente Activa, el 60% serán millennials consumidores de lo digital.
Por ello, es importante destacar que aquellos que implementen la tecnología desde este momento encabezarán el mercado digital y el riesgo de desaparecer se reducirá de manera notoria.